martes, 2 de diciembre de 2014

Entre los límites del piso de abajo y el de arriba.



Hay ocasiones en las que las rachas no son buenas y hay momentos en las que son peor, pero el saber lo frágiles que somos y nuestras limitaciones, nos ayuda a darnos plena cuenta de la realidad en la que vivimos y aprender a disfrutar cada momento, cada situación, lo agridulce de la vida.

Sin estos tiempos que nos hagan detenernos y cuestionar nuestra existencia ¿cómo podríamos valorar nuestro camino? Situaciones que nos obligan a  recapacitar o preguntarnos si la dirección escogida es la correcta o si vale la pena el esfuerzo invertido o simplemente tenemos que parar y meditar para tal vez replantearnos todo o parte del plan original.

Vamos por este mundo caminando en "el aire", sin manual, sin experiencia, porque raro es el que aprende del vecino o de su propio tropezar y aun así, aquí seguimos, terqueando por la senda escogida.

Valen oro estos momentos de sabor amargo que nos hacen poner los pies en la tierra y dirigir nuestra mirada hacia lo que más nos debe importar.

Adelante, a tragar gordo, amarrarse las agujetas y ajustarse los cinturones que ya habrá tiempos mejores y estos sólo serán un recuerdo de cuando estábamos por subir al siguiente piso, en el último escalón de lo que íbamos dejando atrás. 

Y si necesitas tomarte un descansito en lo que llegas, te dejo esta música de fondo:

*Gracias Adriana M*



lunes, 4 de agosto de 2014

"RENACIENDO TODOS LOS DÍAS"

ALGO PARA COMPARTIR:


Fotografía: Angélica McHarrell
Cada día es un nuevo día, y a pesar de que nosotros y nuestro entorno parecieran ser los mismos, casi siempre pasamos por situaciones que nos modifican, nos afectan, nos cambian en algo o en mucho, para bien o para mal.
Depende de nosotros el tomar o rechazar la enseñanza de este día y sobre todo, aplicarla "renaciendo" a esto que hemos aprendido. Porque toda, TODA experiencia, sirve para fortalecer, romper, cambiar y mejorar, siendo sabios en utilizarla y dejar que NO se nos vaya como agua entre las manos.

Tenemos un gran tesoro en esta vida y aunque aparentemente no brille como el oro, ¡¡sí vale como los diamantes!!

Y tú, ¿a qué renaciste hoy?

¡Ánimo! 
 Con cariño: Angie.
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viernes, 25 de julio de 2014

¿HAZ ESCUCHADO EL AMANECER DE LA VIDA?

Pequeño colibrí en mi árbol
Jamás había tenido una experiencia como la de hoy por la mañana cuando algo me despertó muy temprano. Todavía no podían verse los primeros rayos del sol y reinaba un silencio apacible, puro, adormecido.

En días normales, inclusive me despierto más temprano pero para cuando este momento llega, yo ya estoy en el afán del día a día, de manera que ahí estoy, vivo, pero no me doy cuenta del entorno tan hermoso y la maravilla que sucede justo a esa hora, en el momento en que "rompe" el sol.

Que yo recuerde, nunca había escuchado con tanta atención a la naturaleza despertarse. Podía percibir el silencio humano en toda su extensión y un sin fin de sonidos, gorjeos, ramas, hojas, aleteos y "chit-chat" pajaril. ¡Es una verdadera sinfonía!

En el árbol del patio que llega hasta mi ventana del segundo piso, pude observar sobre sus ramas más altas, a las aves que ahí anidan haciendo su calistenia al abrir sus alas y saltar de un lado a otro para después ir por su desayuno.

Es en ese momento en que los colores del cielo se tornan de un roji-azul vibrante, y las pocas nubes dan sombras y formas hermosas y esponjadas y el firmamento desaparece para dar lugar al astro rey, que pude darme cuenta que no hay noche más negra que no tenga un amanecer y que no importa lo que suceda, siempre - siempre llegará la luz, la vida y el color de nuevo. Que aunque parezca todo desolado simplemente es que está dormido, aguardando su tiempo para despertar. Que cada mañana es diferente, nueva y que nada puede ocupar un tiempo que no le toca.

Finalmente comprendí que hay cosas que tienen que esperar su propio amanecer pero cuando suceda ¡será glorioso! Y eso llenó de alegría mi corazón que a veces se abruma con cosas, como las tuyas, como las mías, como las de todos.

Decidí pues, mirar a mi propio amanecer, único, maravilloso y en el cual habrá no sólo una sinfonía auditiva, sino una paleta llena de colores increíbles, luces y todo aquello que esté preparado para este gran momento.

Debo ser paciente con aquello que espero y que pareciera tomarle una eternidad llegar y enfocarme en lo que ahora sucede. Dar prioridad a lo que necesita mi atención sin envolverme en lo negro de la noche de algunas cosas.

No me iré sin mi amanecer, sin mi sol rompiendo la oscuridad y llenando todo mi cielo. Y tú, ¿esperarás con paciencia la llegada de tu nuevo día?

Los quiero. Les envío un abrazo ahí donde estén, lo necesiten o no.
Con cariño: Angie.




domingo, 3 de noviembre de 2013

La Carta

Yo en mi rancho
Desde muy pequeña, entre 1 y 13 años, solía pasar mucho tiempo en el rancho de mis abuelos paternos, ahí pasé los momentos más felices de mi infancia con la persona que más ha impactado mi vida: mi abuelo Tirso, maquinista de tren de profesión, agricultor por convicción. 
Don Tirso, como lo llamaban todos en el pueblo y sus alrededores, era una persona poco común, el tipo de persona que todos quieren: bonachón, siempre con una gran sonrisa, quemado por el inclemente sol en el campo y el frío, bien vestido.


Y así, Don Tirso marcó mi vida con su presencia, se la pasaba retando mi mente con preguntas y metiéndome el “gusanito” de la investigación o el porqué de las cosas, preguntándome qué quería ser de grande.


Sin ser una persona consentidora prácticamente me daba gusto en todo, en pocas palabras, hacía todo lo posible para verme feliz y constantemente evolucionando y aprendiendo, descubriendo la vida. 


Don Tirso en su rancho
a las faldas del Popocatépetl
Hasta que un enero de mis 13 casi 14 años, recibí la triste noticia de su fallecimiento, la última vez que lo vi había sido la Navidad previa, entero, sin rastro de enfermedad alguna, como siempre con ese pasito que lo caracterizaba al caminar.

Estuvo un mes desahuciado en el hospital y no me lo creía, el cáncer se lo llevó, sólo así. Recuerdo que no pude derramar una sola lágrima hasta por ahí de los 20 años de edad.

Después de un tiempo comprendí que el no haberlo visto en cama, siendo solo la sombra de lo que alguna vez fue, había sido lo mejor puesto que una de las últimas imágenes que tengo de él es haciéndome una broma en navidad ¡cómo se rió esa vez.

Esa fue la lección más importante que me dejó: recordarlo siempre de esa manera, como un ser alegre, de gran arrastre por su comportamiento recto, amoroso, dadivoso, paciente y misericordioso. 


Mi hijo Eliab
Ahora cuando veo a mis hijos, sólo puedo pensar en la manera de dejar este mismo legado a ellos. Los tiempos, las costumbres, todo cambia y deseo que los míos se queden con lo mejor así como mi abuelo hizo conmigo.


De tal manera que hace tres años decidí escribirle estas líneas, a mi hijo mayor Eliab, a quien pedí que leyera en voz alta, sin avisarle de qué se trataba, para que pusiera atención sin la carga emocional que podría llevar al saber que era algo de mí para él:


“Te dejo esta carta hoy que vivo para que cuando ya no esté no visites mi tumba para estar conmigo, acompáñame y caminemos; no me hables en tus oraciones, mejor platícame que hay en tu cabecita; para que no me traigas viandas que no podré comer, siéntate aquí junto a mí y comamos juntos.

Mírame ahora, grábate mi rostro, mis ojos, mis muecas, mis sonrisas y así cuando te veas reflejado, en tu mirada encuentres la mía y no tengas que ver una foto para recordarme. 

Escúchame cuando te hablo, para que la añoranza no contriste tu corazón y busques en las canciones mi voz. 

Si tenemos algo que decirnos, hagámoslo, no esperemos a que alguno ya no pueda escuchar. Ya no te preocupes por mí, lo que tenga que hacer haré y lo que haya que dejar aquí se quedará.
Mejor será sembrar en cada uno de los que nos rodean algo que no sólo puedan recordar sino que los marque, que puedan vivirlo, que toque a otros, transforme pensamientos y una a todos en un gran abrazo.

Avanza siempre, da más de lo que te pidan, no te conformes nunca, busca hacer el bien, ayuda a otros, anima sus vidas, ama mucho, disfruta todo, cómete tus verduras, ríe hasta que te duela la pancita y las lágrimas recorran tus mejillas; toma agua, duérmete temprano sin dejar de ver el amanecer cuando así lo necesites, pide todo por favor y da las gracias, huele las flores, hornea un pastel, juega a la pelota con el perro, come helado cuando haga frío, lee muchos libros, escucha música, baila con tu hermana, cuida tu jardín, da gracias todos los días.

Pero lo más importante, no lo hagas solo, ¡hagámoslo juntos!
Porque cuando me vaya, nada más podré hacer por ti y cuando te vayas nada más podrás hacer por los demás…, sólo quedarán estos momentos que ahora tenemos y que vivirán por siempre dentro y fuera nuestro aunque ya no nos tengamos el uno al otro.


Es hoy y es ahora...
Te amo con todo mi corazón: Tu mamá."

viernes, 2 de agosto de 2013

Ajustes y más ajustes.


(A ver si lo leen hasta el final. Está larguito jajajaja)
(si te gusta ¡compartelo!)

     
En mi trabajo, sucede mucho que hay que hacerle cambios o ajustes a la propuesta gráfica presentada, generalmente, hasta que al cliente le guste. Conozco mi trabajo y me encanta de tal manera que siempre trato de ofrecerle a mis contratantes el mejor y más acertado diseño según mi conocimiento y técnicas aprendidas durante la escuela, en actualizaciones y sobre todo, en la experiencia, para poder, finalmente, ofrecer la opción más adecuada y que cumpla con los requerimientos que así me fueron solicitados, y por qué no decirlo, también de acuerdo al precio acordado. No se trata de hamburguesa con queso y sin queso pero, siempre es bueno marcar una media para que cliente y diseñador acabemos contentos.

Platicando con un amigo, hablamos de que la vida nos lleva a ajustes que a veces no estamos dispuestos a asumir y queremos que nuestra propuesta de vida sea la que "gane" en este sentido. No quiero decir con esto que no debamos planear y ponernos objetivos, desear una vida en particular que es la que más queremos y la cual no debe ser propiamente nuestra meta como tal, sino lograrlo antes del final para poderla disfrutar como tanto hemos querido. Pero, si, hay no un pero sino muchos, es difícil que todo nos salga a la primera. Siempre habrá por ahí situaciones que nos alteren, muevan o modifiquen nuestro Plan de Vida y a las que debemos estar abiertos y dispuestos a enfrentar, resolver o aceptar, si este es el caso.
No te pelees con la perilla, si no abre la puerta, busca la llave, si no la tienes, esfuérzate hasta que lo logres inclusive, si tienes que tirarla a patadas, ¡hazlo!, PERO, (si aquí viene uno de esos "peros") ASEGÚRATE QUE LA PUERTA TENGA TU NOMBRE.

Sí, así es, no intentes abrir una puerta que no es para ti porque una de dos, o no serás feliz entrando ahí o simplemente morirás en el intento y nunca lograrás abrirla. Como comenté hace algunos meses, llegué a la completa convicción de que yo vivía montada en un carrito de "Montaña Rusa" y como no me gustan, me la pasaba en la queja muchas veces, hasta que me di cuenta de que si ya estaba ahí porque era el lugar en el que necesitaba estar para poder llevar a cabo mi propósito lo mejor que podía hacer era: levantar mis manos, sentir el viento en mi rostro ¡y disfrutar del panorama!

¿A qué voy con todo este rollo? Muy fácil, a que seamos personas capaces de adaptarnos a los cambios, abrir nuestra mente hacia el abanico de posibilidades que tenemos enfrente y seamos sabios y astutos al escoger nuestro camino y lo más importante: a ser felices durante el proceso. Disfruta la lluvia, el viento, el frío, la sequía, el calor, la compañía y hasta la soledad.
No esperes a "Llegar a la Meta" para estar contento y disfrutar de la vida, ¡DISFRUTA DEL CAMINO! pero, (¡sí otro pero!), nunca-nunca-nunca RENUNCIES A TUS SUEÑOS.

Cuídate mucho por favor, y como dice mi amiga Maggie de Chile: les envío cariños. 
Angélica.

Verbo viviente

  ¿Qué he aprendido en este 2021 que casi termina?      Que nadie sabe el día o la hora. Que tenemos que estar al día, sin pendientes que re...